martes, 6 de septiembre de 2011

Libros recomendados

Recomiendo a mis amigos y lectores del Blog estos libros que cumplen dos premisas, al menos para mí, que suelo pedir a los libros: entretienen y hacen pensar. Podría recomendar más, muchos más libros pero no es cuestión de abrumar con la cantidad. Quizá les ocurra a ustedes lo mismo que a mí:"La lectura representa, en efecto, una manera solitaria de estar con los demás, constituye no sólo una manera particular de estar solo, sino que también una manera silenciosa de estar solo y con los demás al mismo tiempo. (Manuel Cruz, diario El País 24/6/03).
O esto otro: "¿Cómo decírselo? Para mí, ya puede venir el diluvio universal, que con la biblioteca que tengo, calefacción moderada y la nevera medianamente surtida, no se puede decir que me falta nada de lo que considero imprescindible para vivir" (Jordi Llovet). 




Jose A. Marina:
La inteligencia fracasada,
Ed. Anagrama:

Una meta equivocada o falsa o mala pervierte todos los razonamientos que conduzcan a ella. Los pensamientos o actividades que son en sí inteligentes, pueden resultar estúpidos si el marco en que se mueven es estúpido.

El terrorismo: Un niño que va a la escuela, una mujer que piensa en como llegar a fin de mes o un hombre que viaja contento porque acaba de pagar la hipoteca de su casa, mueren por un problema que no entienden ni siquiera conocen. ¿Qué tenía que ver las víctimas de Atocha con la guerra de Irak? El terrorismo usa una vida humana para conseguir una reivindicación política.
Jerarquía de marcos y evaluar desde el marco superior.
 El fracaso de la inteligencia  aparece cuando alguien se empeña en negar una evidencia, cuando nada puede apearle del burro, cuando una creencia resulta invulnerable a la crítica o a los hechos que la contradicen, cuando no se aprende de la experiencia, cuando se convierte en un módulo encapsulado.

            No podemos fijar un modelo universal, una voluntad de talla única. Prèt a porter. Hay que atender a las peculiaridades del caso, sabiendo aplicar los criterios adecuados. En una carretera de cien kilómetros un margen de error de diez centímetros es despreciable, pero no lo es para un neurocirujano que está operando un tumor cerebral. Una acción fracasa cuando adopta un canon de medida equivocado, un mal criterio de evaluación. En ocasiones tenemos que elegir entre dos criterios que pueden oponerse. Lo que podemos considerar un éxito privado puede considerarse un fracaso desde el punto de vista de la inteligencia social.
            Enriquecerse esquilmando los bosques de Brasil es un triunfo para el protagonista, pero es un fracaso para la sociedad. El principio de la jerarquía de los marcos va entrar en juego, obligándonos a elegir.

Hay un uso privado de de la inteligencia, que tiene sus metas, sus valores y sus criterios. Y hay un uso público de la inteligencia que tiene los suyos. Mi interés personal me impone un uso privado; la ciencia o la justicia un uso público. Cada  cual fija un marco de evaluación, y pudiera ser que un  comportamiento triunfante en el plano privado fuera un fracaso en el público. ¿Qué haremos, entonces? A qué marco damos preferencia. Napoleón era muy inteligente en el plano privado (se salió con la suya) pero poco inteligente como gobernante (destrozó la nación, un millón de muertos). No es un desdoblamiento de la personalidad sino un desdoblamiento del uso de la inteligencia. Napoleón  tenía una poderosísima inteligencia estructural, que, pese a su último fracaso, utilizó bien en su ámbito privado, pero que usó mal en el ámbito público. Hay pues un uso privado y un uso público de la inteligencia. El uso privado se rige por criterios privados. El uso público se rige por criterios públicos.



            La inteligencia individual como facultad personal puede ser utilizada en forma privada o pública pero también hay una Inteligencia social: es la que emerge de los grupos, asociaciones o sociedades, la que nos permite hablar de sociedades inteligentes y sociedades estúpidas. ORTEGA dice: “Yo soy yo y mi circunstancia”. Pero usualmente se olvida la segunda parte (y quizá la más importante) de la famosa frase: Y si no salvo mi circunstancia, no me salvo yo. La inteligencia social es un fenómeno emergente. He tomado la idea del mundo de la economía. Los especialistas en management anglosajones acuñaron hace años un concepto brillante –organizaciones que aprenden- que con el tiempo se ha revelado muy útil. Los japoneses prefieren hablar de organizaciones que crean conocimiento.

            Hay parejas inteligentes o estúpidas, familias inteligentes o estúpidas, sociedades inteligentes o estúpidas. Las inteligentes captan mejor la información, es decir, se ajustan a la realidad, perciben antes los problemas, inventan soluciones eficaces, y las ponen en práctica, desarrollan y aprovechan los talentos individuales mediante una interacción  estimulante y fructífera. Así pues, junto a la inteligencia personal (que puede utilizarse privada o públicamente) encontramos una inteligencia social, que también tiene sus fracasos y sus éxitos. La interacción de sujetos inteligentes produce un tipo nuevo de inteligencia – la inteligencia comunitaria o social- que produce sus propias creaciones: el lenguaje, las morales, las costumbres, las instituciones. No existe un espíritu de los pueblos o algo parecido, sino un tupido tejer de agujas múltiples, un híbrido entre neurología y lenguaje que es lo que somos.

            Sociedades estúpidas son aquellas en que las creencias vigentes, los modos de resolver conflictos, los sistemas de evaluación y los modos de vida, disminuyen las posibilidades de las inteligencias privadas. Una sociedad embrutecida o encanallada produce estos efectos. Y también una sociedad adictiva, como es la nuestra en opinión de los expertos. Hay una mezcla de mentalidad del arreglo rápido y de sentimiento de impotencia. La sociedad adictiva tiene una avidez de éxtasis, una impaciencia por las cosas terrenas, una desconfianza en la eficacia del esfuerzo.

            El triunfo de la inteligencia personal es la felicidad. El triunfo de la inteligencia social es la justicia. Por eso son inteligentes las sociedades justas. Y estúpidas las sociedades injustas. Puesto que la inteligencia tiene como meta la felicidad –privada o pública-, todo fracaso de la inteligencia entraña desdicha. La desdicha privada es el dolor. La desdicha pública es el mal, e decir, la injusticia. La justicia exige un uso público de la inteligencia.
            Entiendo por verdad la manifestación evidente de un objeto. Le acompaña la certeza subjetiva, y puede expresarse en un juicio, que llamaríamos “juicio verdadero”. La inteligencia fracasada -  Anagrama


Título: Indignez Vous
Versión en español: Indignáos
Autor: Stephane Hessel
Amazón
Stéphane Hessel tiene 93 años fue miembro del Consejo Nacional de la Resistencia francesa ante la ocupación nazi, luego co-redactor de los Derechos del Hombre de 1948, embajador de Francia y fue además condecorado con la Legión de Honor. ¡Y, por si fuera poco, escapó de los campos de concentración nazi de Buchenwald y Dora!
Ahora, siguiendo con su apasionado interés por los asuntos públicos ha publicado un pequeño libro Indignez Vous (en el original) Indignáos en su versión en español.
El libro, éxito de ventas en Francia y ahora editado en España con igual acogida, es un pequeño libro, casi un folleto, de 29 páginas. Pero alcanzan y sobran para emocionar y hacer pensar al lector. Emociona que un hombre con esa vida siga en la brecha aconsejando a los jóvenes: “Indígnense, luchen por algo que valga la pena”.
Y el héroe de la Resistencia dice también: A los jóvenes yo les digo: miren alrededor suyo, y encontrarán los temas que justifiquen vuestra indignación: la brecha indignante entre los más ricos y  los más pobres, el estado del planeta, el tratamiento dado a los inmigrantes sin papeles, el curso del consumo desmedido del ‘siempre más’, la dictadura de los mercados financieros…”.
E incita  también a que los jóvenes se a comprometan, a que trabajen en aquello que los motive. Y advierte que la peor de las actitudes es la indiferencia, el pensar “yo no puedo hacer nada, yo me aparto”. Un comportamiento así hace perder uno de los componentes esenciales que dignifica a lo humano: la facultad de indignación y el compromiso consecuente con esa indignación.
Cita en su libro el art. 15 de la Declaración Universal de Los Derechos Humanos (que contribuyó a redactar): “Todo individuo tiene derecho a una nacionalidad” y el 22: “Toda persona, en tanto miembro de la sociedad, tiene derecho la Seguridad Social; ella está fundada…y a la satisfacción de sus derechos económicos, sociales y culturales indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad…”
Cuenta también que los que los movió a aquellos jóvenes a encarar la resistencia fue la indignación ante el avasallamiento nazi. Y cita a Sartre, a quien conoció y frecuentó, en su famosa frase: “Tú eres responsable en tanto eres individuo”.
Creo que por el Autor, y por lo que dice el Autor, merece leerse este hermoso libro.

Título: La muerte de la ciencia política
Autor: César Cancino
Ed. Sudamericana
Librerías argentina Yenny y Cúspide entre otras

Es este otro libro imprescindible para conocer por donde rumbeará la democracia en nuestro continente. El mexicano César Cancino, politólogo, premio de Ensayo La Nación 2008, ha escrito un libro apasionante, claro y promisorio de los tiempos que vienen. Según él serán  los tiempos de “la sociedad civil” en desmedro de las burocracias partidarias y las corporaciones sindicales o empresariales. En una prosa clara, aún para   lectores no familiarizados con el tema,  va llevando al lector en un recorrido por la ciencia política tomando como guía a su maestro Giovanni Sártori. He aquí un extracto de un reportaje en el cual el autor habla de partes de su libro:
-¿Por eso escribió que "hay más sabiduría política en una buena novela que en un tratado de ciencia política"?
-CC: Claro. El terreno de la ficción siempre será más fértil que el del método científico para dar cuenta de la experiencia política. Mientras el científico aspira a reducir la complejidad del mundo a categorías empíricas impermeables, el escritor no tiene más límite que su imaginación. La novela histórica o política no tiene por qué ser fiel a los acontecimientos que narra, y en la imaginación reside su potencial y su superioridad respecto de otras maneras de aproximarse a la vida. Mientras que el científico de la política no tiene más remedio que contentarse con lo fenomenológico, la buena narrativa política escarba siempre en la condición humana y nos pinta mundos posibles. Quien quiera entender la lógica del poder ilimitado y de la tiranía debe leer La fiesta del chivo , de Mario Vargas Llosa, que narra la sangrienta tiranía del general Trujillo en República Dominicana.
-¿Cómo ve los procesos políticos latinoamericanos?
-CC: En 1994 escribí que el futuro de la región era poco promisorio. El pronóstico no sólo se confirmó sino que fue superado por la realidad. Emergieron líderes populistas que han significado graves retrocesos autoritarios en sus países, como Abdalá Bucaram, Alberto Fujimori, Hugo Chávez y Evo Morales. Reaparecieron movimientos guerrilleros y el narcotráfico y el crimen organizado crecieron y aumentaron la informalización de la política.
-¿Qué salida hay?
-CC: América latina conserva a su favor una sociedad civil cada vez más madura, informada, crítica y participativa que contrasta con los anquilosados y obtusos políticos profesionales, y esa es la tesis de un libro que estoy por publicar.
Si nuestras maltrechas democracias persisten, salvo algunos casos lamentables como Venezuela, no es por los políticos sino por la terquedad de los ciudadanos que saben que la otra opción es la larga noche totalitaria.
Hoy, la persistencia de la democracia en América latina se juega en el espacio de lo público-político, como la calle, la plaza, la escuela, la fábrica, la ONG, el barrio, el chat , el blog , lugares donde los ciudadanos ratifican su voluntad de ser libres y donde se producen contenidos simbólicos que ponen en vilo al poder instituido.
-¿Por qué?
-CC: Porque las formas de articular y canalizar demandas sociales ya no pasan por el partido de masas o la central sindical o las grandes corporaciones. La gente demanda soluciones de manera distinta. Ahora sabemos que sólo depende de nosotros orientar el destino de nuestras comunidades mediante la deliberación pública con los demás. El imperativo individualista de la igualdad ante el derecho tiende a prevalecer sobre la noción de defensa de los intereses colectivos.


Vargas Llosa,  Mario
La verdad de las mentiras,
Ed. Alfaguara.
Amazón libros: 10 u/s
En algunas librerías figura en lista pero como “no disponible”; siempre quedan las insustituibles “librerías de viejo”

Para los que aman la literatura este es un libro que recomiendo vivamente. Más allá del buen escritor que es, y más allá del Premio Nobel reciente, en este libro Vargas Llosa recorre con mano maestra de crítico literario las grandes obras que acompañaron a generaciones de lectores. El narrador, el punto de vista, la ambientación, los personajes, toda la creación literaria analizada para los lectores. He aquí algunas partes de este apasionante libro:
-Los hombres no están contentos con su suerte y casi todos – ricos o pobres, geniales o mediocres, célebres u oscuros- quisieran una vida distinta de la que viven. Para aplacar –tramposamente- ese apetito nacieron las ficciones. Ellas se escriben y se leen para que los seres humanos tengan las vidas que no se resignan a no tener. En el embrión de toda novela bulle la inconformidad, late un deseo insatisfecho.
-Porque la vida real, la vida verdadera, nunca ha sido ni será bastante para colmar los deseos humanos. Y porque sin esa insatisfacción vital que las mentiras de la literatura a la vez azuzan y aplacan nunca hay  auténtico progreso. La fantasía de que estamos dotados es un don demoníaco. Está continuamente abriendo un abismo entre lo que somos y lo que quisiéramos ser, entre lo que tenemos y lo que deseamos. Pero la imaginación ha concebido un astuto y sutil paliativo para ese divorcio inevitable entre nuestra realidad limitada y nuestros apetitos desmedidos: la ficción.
Gracias a ella somos más y somos otros sin dejar de ser los mismos. En ella nos disolvemos y multiplicamos, viviendo muchas más vidas de la que tenemos y de las que podíamos vivir si permaneciéramos confinados en lo verídico, sin salir de la cárcel de la historia.                                              
-Un relato es “objetivo” cuando parece proyectarse exclusivamente sobre el mundo exterior, eludiendo la intimidad, o cuando el narrador se invisibiliza y lo narrado aparece a los ojos del lector como un objeto autosuficiente e impersonal, sin nada que lo ate y subordine a algo ajeno a sí mismo, o cuando ambas técnicas se combinan en un mismo texto como ocurre en los cuentos de  Joyce. El Dublín de los cuentos se delinea  como un mundo soberano, sin ataduras, gracias a la frialdad de la prosa que va dibujando con precisión matemática las calles, etc.
-Cuando produce libremente su vida alternativa, sin otra constricción que las limitaciones del propio creador, la literatura extiende la vida humana, añadiéndole aquella dimensión que alimenta nuestra vida recóndita: aquella impalpable y fugaz pero preciosa que sólo vivimos de mentira. Es un derecho que debemos defender sin rubor. Porque jugar a las mentiras que ellos mismos fabrican bajo el imperio de sus demonios personales, es una manera reafirmar la soberanía individual y de defenderla cuando está amenazada; de preservar un espacio propio de libertad, una ciudadela fuera del control del poder y de las interferencias de los otros, en el interior de la cual somos de veras los soberanos de nuestro destino.
-La recomposición del pasado que opera la literatura es casi siempre falaz. La verdad literaria es una y otra la verdad histórica. Pero, aunque esté repleta de mentiras – o más bien, por ello mismo- la literatura cuenta la historia que la historia que escriben los historiadores no sabe ni puede contar. Porque los fraudes, embaucos y exageraciones de la literatura narrativa sirven para expresar verdades  profundas e inquietantes que sólo de esta manera sesgada ven la luz.                                                                                                                                                                   -Para casi todos los escritores la memoria es el punto de partida de la fantasía, el trampolín que dispara la imaginación en su vuelo impredecible hacia la ficción. Recuerdos  e invenciones se mezclan en la literatura de creación de manera a menudo inextricable para el propio autor, quien, aunque pretenda lo contrario, sabe que la recuperación del tiempo perdido que puede llevar a cabo la literatura es siempre un  simulacro, una ficción en la que lo recordado se disuelve en lo soñado.
En tanto que la novela se rebela y transgrede la vida, aquellos géneros no pueden dejar de ser sus siervos. La noción de verdad o mentira funciona de manera distinta en cada caso. Para el periodismo o la historia la verdad depende del cotejo entre lo escrito y la realidad que lo inspira. A más cercanía, más verdad, y a más distancia, más mentira. Toda buena novela dice la verdad y toda mala novela miente. Porque “decir la verdad” para una novela significa hacer vivir al lector una ilusión y “mentir” ser incapaz de lograr esa superchería. Sin ilusión no hay novela.

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